jueves, 10 de diciembre de 2015

Los juegos

   Todos los bebés tienen un periodo "maceta" que dura aproximadamente hasta el añito. En esa etapa se limitan, básicamente, a comer y dormir, con breves pausas para mirar anonadados el carrusel musical que todas las madres del mundo les colocan en la cuna. Son unos meses relativamente cómodos en los que te lo puedes llevar a cualquier sitio en su carricoche: puedes seguir saliendo a comer a algún restaurante, puedes ir de compras, sacar al perro...en fin, sigues pudiendo llevar una vida corriente, como si siguieses siendo una persona normal.


   A partir del año ya empiezan a tener algo de curiosidad por el mundo que les rodea, ya tienen sus "inquietudes" y comienzan a interesarse por el juego. En mi caso particular, fue ahí donde descubrí un nuevo concepto que, unos meses antes, hubiese pensado que era un término antitético: JUEGO EDUCATIVO.


   Si observas fotos tuyas de cuando eras un enano verás que jugabas con cosas normales: un peluche deshilachado, un muñeco descabezado, un sonajero, una botella de plástico, una pistola, las orejas del perro...pero ahora no, amig@, ahora todos y cada uno de los juguetes para bebés tienen una doble función: entretener y formar (de hecho, la primera es adicional; la fundamental es la segunda). Que si los colores, que si los números, que si las formas, que si la psicomotricidad fina, que si la gruesa, que si la música, que si las expresiones...Dicen los expertos que estas cosas son fundamentales para el desarrollo cognitivo de los críos y puede que sea verdad: yo no tuve ningún juguete educativo de bebé y ahora, cada vez que recojo la habitación del canijo, puedo estar tranquilamente media hora intentado encajar las piezas de formas en sus habitáculos correspondientes ante la mirada disciplente de mi hijo. En defensa mía puedo decir que la machacona música metálica que sale del jodío juguete y los atronadores aplausos que se escuchan cuando aciertas con la pieza triangular no ayudan en nada.

   Y eso respecto a los juguetes. Si hablamos del juego en sí, sin artilugios, la cosa no cambia mucho. Si aparece papá de repente gritando "BUUUU" para asustar al nene: malo porque lo puedes sobreexcitar, si juegas al escondite: malo por no se qué del temor al abandono, si juegas a disparar: malo por violento y a ver si el día de mañana pilla una katana y..., si juegas a ver quién escupe más lejos: no se qué de que cómo puedes ser tan marrano...

   En fin, que aquí estoy yo, padres del mundo, para contaros lo que es una verdad innegable: que nos hemos dejado adelantar por la derecha y las grandes corporaciones jugueteras han quedado en manos de las mamás.



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