viernes, 4 de diciembre de 2015

¡Cómo crecen!

   Pues sí, sin darte cuenta, a velocidad crucero, un bebé al que dabas de comer apoyando todo su cuerpo en tu antebrazo se convierte en un animal irracional con tendencia a autolesionarse contra todo tipo de objetos: sillas, mesas, suelo...Cualquier lugar es bueno para dejarse los morros.

   Aquel tierno bebé dormilón que te plantan en casa sin libro de instrucciones se va convirtiendo en un osado mozalbete que acabará corriendo, hablando, pensando, ideando maldades...y todo ello sin solución de continuidad. Pero, durante este proceso, como padre, puedo diferenciar varias etapas en las que ya iremos profundizando otro día. A saber:

   - Hasta el añito: el niño es, en la práctica, un apéndice de mamá. Todo el día juntos. Yo pienso que hay órganos de mi mujer que, durante ese año, estuvieron menos tiempo unidos a ella que el crío. Mamá le da de comer, mamá le duerme, mamá le baña...Tú estás ahí, sí; pero como en un segundo plano. Es ahí cuando descubres cuál es el sexto sentido de las mujeres: lo saben todo. Debe ser genético, algo innato en ellas, algo que se va transmitiendo de madres a hijas, como un don divino por el que, aunque primerizas como tú, tienen respuestas para todos los problemas que se presentan: lloros, piel atópica, fiebre, estreñimiento...Son como la Wikipedia infantil. Papá pasa a ser, básicamente el ayudante de mamá.

   En esa época mi mujer me dejó una tarde con él porque tenía que hacer unos recados. Creo que las horas que estuvo fuera de casa nos las pasamos los dos mirándonos como dos desconocidos, un poco descolocados.

   -Del año a los dos años: el niño ya es humano, ha dejado de ser un parásito inmóvil de mamá para aprender a andar y a balbucear. Aquí el papel de papá deja de ser tan secundario: ya le puedes enseñar cosas de hombres como darle a la pelota, escupir o molestar a mamá. Ya empieza a comer cosas de mayores así que sus vómitos (siempre hay vómitos con un niño, da igual que tenga gastroenteritis, que catarro, que una perreta, todo finaliza siempre con vómito) comienzan a parecerse a los de nuestra especie.

- De los dos años a los tres años: ya se le entiende cuando habla (o eso piensas tú porque cuando le habla a un desconocido éste pone una cara mezcla entre pena y sorpresa). Mamá lleva ya año y medio pensando a qué colegio mandarle cuando cumpla los tres años (durante el embarazo sólo le había dado un par de vueltas al tema). La criatura ya tiene inquietudes, pregunta cosas, tiene curiosidad por todo. Aquí aprendí yo una frase mágica que os sacará de cualquier apuro. Si me permitís el consejo (que, además, es gratis): futuros padres del mundo, grabaros estas palabras con fuego en el cerebro:    "PREGÚNTALE A MAMÁ"

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